26/4/07

La premsa local interessa el poder


El president de la Generalitat i la vicepresidenta del Govern van aturar-se durant la Diada de Sant Jordi davant de la parada de la Federació d'Associacions de Veïns de Barcelona (Favb). A la foto, l'Andres Naya, editor de la revista CARRER -òrgan de la Favb i referència del periodisme crític de la ciutat- explica els continguts de la darrera revista, dedicada a la memòria de Josep Maria Huertas Claveria. Entre els dos hi ha l'Elia Herranz, cap de redacció i maquetació de la revista.

25/4/07

La libertad

Els va endegar com ningú.

Ara José Antonio Labordeta s’ha fet gran i te delicada la salut

Però el seu himne perdura.


23/4/07

Montjuïc, memoria animal



El Ayuntamiento quiere hacer de Montjuïc el parque central de Barcelona. Como el Tiergarten de Berlín, la Casa de Campo de Madrid, el Bois de Boulogne parisiense o el Hyde Park de Londres. Realidades incomparables en forma, extensión y usos, a mi modo de ver, pero que aquí, llevados por el entusiasmo preelectoral, incluso nos lo podríamos llegar a creer. La propuesta municipal la anunció el alcalde Hereu en un acto multitudinario celebrado hace unas semanas en la sala oval del Palau Nacional. Un acto muy vistoso en el que se presentó el libro Montjuïc, Barcelona parc central,publicado por el Ayuntamiento y editado por Ferran Ferrer Viana, un gestor de prestigio que demostró saber cómo lograr que las empresas privadas inviertan en asuntos públicos mientras dirigió el Institut del Paisatge Urbà. Pues bien, ahora desde la dirección de desarrollo corporativo de la macroempresa de servicios municipales B: SM, encargada de gestionar la montaña, Ferrer Viana ha confeccionado un libro muy atractivo en el que destacan las numerosas fotografías, varios estudios sobre el pasado, presente y futuro del lugar, unos anuncios que no parecen anuncios, y numerosas opiniones de ciudadanos y ciudadanas ilustres en las que no faltan las de quienes - desde la afinidad y la lealtad- reconocen que llamar a Montjuïc "parque central de Barcelona" y pretender compararlo con los grandes parques/ pulmón de las ciudades mentadas es "ampuloso y poco realista". Tan construido y repleto de instalaciones culturales, deportivas y de ocio como la montaña está, apenas si alcanza méritos para considerarlo un parque a secas.

Leyendo las opiniones de estas personas uno descubre hasta qué punto la relación de los barceloneses con Montjuïc sigue siendo ambivalente. La mayoría explica que desde aquel cerro se bombardeó la ciudad en varias ocasiones - en el XIX los cañones de Espartero escupieron 1.064 proyectiles exactamente-, y cómo esa animadversión hacia lo que Josep Maria Castellet llama el tercer piso de la montaña, se mantiene viva porque el castillo sigue estando donde estaba y bajo jurisdicción militar. Otra cosa son los pisos segundo y primero,los niveles que acogen a las instalaciones deportivas y culturales y jardines y fuentes en los que media Barcelona correteó un día detrás de una pelota o de una muchacha. Porque, como recuerda Manuel Vázquez Montalbán en Barcelonas,mientras la alta burguesía local marchaba los fines de semana a sus casas modernistas de Viladrau o Caldetes, las clases populares se "perdían en la gran reserva verde que era Montjuïc, el lugar donde el pueblo comanche podía huir en busca de las libres praderas".

Montjuïc mantenía hace cuatro décadas - antes de que aparecieran las instalaciones olímpicas y otros equipamientos de todo tipo cuya construcción aún no ha cesado- abundantes espacios en los que era posible perderse en un espesor de flora y donde vivía una particular fauna. Porque en Montjuïc no sólo ha habido nidos de cernícalos en las grietas del Morrot. También podían verse todo tipo de pájaros comunes, mirlos, abubillas, gaviotas, bisbitas, gorriones molineros, o pardillos y trigueros. Por no hablar de los sapos y las reinetas que se aparean en la balsa de la Foixarda, una hendidura en el terreno que permite la contemplación de la ciudad turística de predominio japonés con la vida salvaje y todo ello sin moverse del mismo banco.

Esta presencia animal quedó grabada en las retinas de los personajes que escriben, como puede verse en la evocación de Josep Maria Benet i Jornet, quien recuerda haber llevado a pasear desde su casa de la ronda de Sant Antoni hasta los prados de Montjuïc al corderito que un tío había regalado a su vecinito Enriquet. "Dur el be a pasturar a Montjuïc - escribe nuestro famoso dramaturgo- era una excusa com tantes d´altres per, d´alguna manera, sortir al camp i anar a berenar a una font".

De agendas y de animales da cuenta también la canción de Josep Maria Espinàs: "Vaig comprar-me una agenda el primer de gener / per saber cada dia el que havia de fer. / Déu meu, si n´hi trec, de suc! / Jo treballo com un ruc! (...) El diumenge a la tarda vaig anar a Montjuïc, / vaig trobar-hi una noia i ens vam fer amics. / Vaig quedar per l´endemà. / Com que no era una feina, / no m´ho vaig apuntar." En verso faunístico evoca también Serrat su "carrer fosc i tort que té gust de porc i nom de poeta": "El meu carrer / no val dos rals: / són cent portals / trencats a trossos / i una font on / van a abeurar / infants i gats, coloms i gossos".

Francesc Candel, que ha nutrido su obra literaria con las historias humanas que tenían a los barraquistas de Montjuïc por protagonistas, trae a los toros a su relato. Los toros por abstracción, porque de lo que habla en realidad es de los aprendices de novillero que se entrenaban en las inmediaciones de Can Valero, el famoso barrio de barracas. También Màrius Carol recupera de la memoria la imagen de una montaña en la que años atrás "encara de tant en tant se sentia el tret d´una escopeta que havia fet blanc en un conill" y a la que las familias subían en romería los Miércoles de Ceniza, para "celebrar el medieval enterrament de la sardina". Las referencias faunísticas siguen en los textos del dibujante Pasqual Ferry - que llegó a ver cisnes, ranas y hasta ciervos-, del periodista Juan Pedro Yañiz, que evoca a un toro y de Isabel Clara-Simó, que recuerda haber llevado a su hija montar a caballo a la Foixarda.

Pero la mejor referencia, la anécdota impagable no está en este libro - ¿quizás porque no es políticamente correcta?- sino en el que Robert Hughes publicó hace dos años con el título Barcelona, la gran hechicera.Allí explica que con motivo de las Olimpiadas debía celebrarse un acto presidido por el Rey en la sala oval del remodelado Palau Nacional, donde debido a una imprevisión se habían dejado entrar a cientos de palomas, que habían nidificado en las repisas interiores. El riesgo de que los animales defecaran sobre los ilustres convidados era más que una probabilidad. Tenían horas para solucionarlo, y ningún halcón a mano para echarlas del recinto. Así que optaron por un plan B. Hughes y dos tiradores se subieron a los andamios provistos de escopetas de perdigones - "así, si fallábamos, no estropearíamos las florituras de yeso pintado"- y dedicaron medio día a practicar el tiro al pichón. Cuando se cansaron de disparar y viendo que la población de palomas seguía más o menos intacta, abandonaron sus posiciones escopetas en mano. Al salir a la terraza se toparon con un grupo de policías que les apuntaban "Lo que ellos veían - escribe Hughes- no eran tres tipos cubiertos de polvo con unas inofensivas pistolas de aire (...) sino tres terroristas vascos dispuestos a asesinar al Rey de España."
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P.S.:
L'au de la foto és un xoriguer dels que viuen al Morrot. El dibuix és la portada de l'obra de Benet i Jornet ("La Cenicienta, tal vez sí, tal vez no").

16/4/07

Trobat a la web



"Durante años repetía constantemente lo monótono y peligroso de mi trabajo, y lo llamaba monótono porque siempre corría el mismo tipo de peligros, y yo lo sabía, ya nada me sorprendía. Sin embargo, ahora cambiaría estos plásticos trenzados que soportan mi espalda por el palo de aluminio y sus cerdas rígidas y carcomidas. El Raval es, sin duda, un escenario digno de recordar. No podría olvidarlo jamás..."